martes, 13 de marzo de 2012

Un primer día de la "labor social de la Iglesia en Canarias": Juan María Laboa y "El signo de los tiempos"

Juan María Laboa. Fotos del reportaje: Esteban González.
La UIMP y el ISTIC han preparado para esta semana varios momentos de aprendizaje y reflexión sobre "La labor social de la Iglesia en Canarias". Abrió esta cita en el edificio del Seminario Diocesano, sito en La Laguna, el Catedrático Emérito de Historia por la Universidad Pontificia de Comillas, Juan María Laboa. Ciertamente, como se comentaba en los pasillos tras su exposición de unos 50 minutos, "ha sido una gran clase magistral que nos ha transportado hacia la verdadera realidad de la Iglesia y la persona, la necesidad de caridad".





Casi en los preludios de su intervención el profesor Laboa nos ofrecía el núcleo real de su ponencia "El signo de los tiempos". Una expresión cuya aparición la encontramos en la realidad vital del propio Cristo, pero que se hizo patente en una Homilía de Juan XXIII, como así anotó el propio Laboa, y en el propio Vaticano II y la "Gaudium et Spes". Se trata de una forma general de perseguir la presencia de Dios entre los hombres, en su acciones. Pero notoria fue la expresión del profesor quien invita a "dejar la rutina y ser novedosos como Cristo".

Un momento de la presentación del acto por la UIMP y el ISTIC.
Muchos fueron los momentos en los que el ponente, Juan María Laboa, se refirió a eso, al cambio, a no dejarse arrastrar por la cotidianidad. Dentro de este marco de la historia en el que en todo momento quiso moverse, como llevaba a ello el título de su ponencia "La labor social de la Iglesia en la Historia Moderna y Contemporánea", se acercó a un momento histórico universal como lo fue la propia Revolución Francesa. En este estadillo histórico, Laboa propone el analizar el cambio radical que sucedió a la Iglesia gala con la llegada del período revolucionario. "Fue la ruptura de una forma de estar en la Iglesia y otra manera de acoger la realidad de Cristo. Con la Revolución parecía que el catolicismo desaparecería de Francia. Sin embargo lo que supuso fue un cambio de mentalidad de actuación. Conllevó a otro tipo de Iglesia. La anterior era una Iglesia acostumbrada a la obediencia... Se comenzaron a construir parroquias en las zonas obreras a preocuparse por los nuevos pobres. No faltó la ayuda, pero lo que si no existió fue la oposición a la intolerancia del recién nacido nuevo poder: no hubo oposición a las malas condiciones de trabajo, a la prostitución, al utilizar a los niños como mano de obra...".

Ante lo anterior Laboa lanza al aforo presente en el Salón del ISTIC: ¿Era función de la Iglesia ocuparse de eso? Su respuesta fue contundente: "Era una obligación clara y manifiesta". A lo que se añadió que "no sólo era un problema de obra de caridad, sino que de lo que se trataba era de rebelarse y de decir que si no se seguía a Cristo había que reaccionar". Ante ello, recordó que no faltaron voces como la del Cardenal Newman. "Todos ellos tuvieron muy claro que si no se resolvía la problemática de la injusticia de las leyes contra lo más débiles. Se dejaba a Cristo en un muy mal lugar".

La multiplicación de las Órdenes a partir de los ss. XVIII y XIX


Juan María Laboa abordó, como había prometido al inicio de su intervención, la figura, la gran figura y no menor papel, que han jugado las órdenes religiosas en la respuesta a la miseria humana de aquellos primeros siglos de la historia contemporánea. "Ha significado la multiplicación de las órdenes. En aquellos tiempos, en todos los ámbitos había carencias estrepitosas. Jaime Balmes a los inicios de la industrialización afirmó que con el nacimiento del proletariado, éste venía a sustituir a los antiguos esclavos".

Estas órdenes religiosas ofrecieron y ofrece, a veces jugándose su propia vida, una inigualable ayuda en todo el entorno social, pero Laboa destaca sobre todo su papel en el mundo de los jóvenes en la orbe europea. "Los jóvenes, sobre todo de edades tempranas, se veían abocados al desastre en sus vidas, especialmente las jovencitas, que muchas de ellas tenían como única salida la prostitución. Contrariamente a lo que han mal leído muchos movimientos feministas, no se trataba de abocar a estas jóvenes al yugo de la Iglesia. Todo lo contrario lo que se intentó es darles criterios y capacidades para librarse de ese yugo que era la prostitución".

Finalmente, recordó que el objetivo de Jesús en la historia ha sido el ser humano en su totalidad. Y anotó una anécdota: "los obreros en el período de la Revolución Industrial enviaban a sus hijos a colegios religiosos. Sin embargo, ellos no iban a misa. No pisaban la Iglesia para nada. La razón era que confiaban en que sus hijos iban a ser bien atendidos por estas órdenes religiosas, pero no acudían a las celebraciones en las parroquias porque se consideraban excluidos de ese ambiente, por entender que ellos no tenían un lugar dentro de la Iglesia. Eran pobres y distintos". Esta oposición la dejó Laboa como reflexión. Y no se podía marchar, sin dejarnos aún más envueltos en meditar: "No podemos limitar nuestro trabajo por los más desamparados a una Delegación de Pastoral Social. Jesús no era un Delegado de Pastoral Social, sino que consideró que lo social era el centro de su vida".


Información elaborada por Domingo J. Jorge 
Responsable de Comunicación del ISTIC