martes, 13 de marzo de 2012

DESDE LA PALABRA: Los jóvenes, razón de vida y esperanza


*Francisco Castro

El papa Juan Pablo II, en su primer discurso en la plaza de San Pedro, con una voz profunda, contundente y resonante, dijo: “Los jóvenes sois mi esperanza, sois la esperanza de la Iglesia”.

Si los jóvenes son la esperanza de la Iglesia, lo son también de la sociedad. Los jóvenes viven hoy en una sociedad muy compleja, una sociedad que presenta un futuro muy incierto para todos. Como los demás, los jóvenes reciben información cada día, y además información contradictoria, con lo que no saben a qué atenerse.

El Magisterio de la Iglesia siempre se ha ocupado de los jóvenes. De hecho, según las biografías, Juan XXIII se sensibilizó con los jóvenes, que fueron uno de los motivos que le llevó a la convocatoria del Concilio Vaticano II. ¿Qué respuestas puede dar la Iglesia a los jóvenes?

El decreto conciliar “Apostolicam actuositatem” (AA) señala en su nº 12 que “los jóvenes tienen en la sociedad actual un papel de extraordinaria importancia. Sus condiciones de vida, su modo de pensar y sus relaciones con la propia familia han cambiado notablemente”. Y agrega que “impulsados por el ardor de su vida y por su energía desbordante asumen su propia responsabilidad y desean participar en la vida social y cultural”.

El decreto AA se expresa así de forma tajante: “Procuren los adultos entablar con los jóvenes un diálogo amigable que permita a ambas partes, superada la diferencia de edad, conocerse mutuamente y compartir las riquezas propias de cada uno. Los adultos deben impulsar a la juventud hacia el apostolado, en primer lugar con el ejemplo y, llegada la ocasión, con consejos prudentes y ayudas eficaces”.

Aquí hay un dato importante, la diferencia de edad y la comprensión mutua. Porque, la ruptura de esta sociedad ha incidido en diferenciar aún más las etapas evolutivas de las sucesivas generaciones, en primer lugar con la ruptura en el ámbito familiar.

Recuerdo una situación real, que es similar a otras muchas, en la que un padre se aquejaba de no entenderse con su hijo adolescente. Después de visitar a un psicólogo y comprender que el padre se pasaba el día inmerso en su trabajo y sus ocupaciones, el padre le dijo a su hijo: “Ya verás lo buenos amigos que vamos a ser a partir de ahora”. El hijo le contestó: “Papa, yo amigos tengo muchos, lo que yo quiero es tener un padre”.
Esta situación podríamos enlazarla con un tema de actualidad, por ley natural, los hijos evolucionan de forma natural es una familia estable compuesta por mujer y marido. Los niños, pues, necesitan un padre y una madre. Pero éste no es motivo del presente artículo.

La pregunta que se hacen todos los agentes de pastoral es cómo acercarse a los jóvenes, por lo que vamos a dar unos consejos breves y sencillos:
-A los jóvenes hay que atenderlos tanto como grupos y como sujetos individuales.
-Hay que considerarlos en su situación particular. Cada joven es una persona, singular e irrepetible.
-Hay que conocer cómo son y cómo piensan.
-Son una realidad, permítanme la expresión, “desafiante” para la Nueva Evangelización.

¿Qué retos puede tener la Iglesia?
-Primero, acercamiento a la realidad eclesial, de forma adecuada y teniendo en cuenta el carácter de los jóvenes.
-La “cultura dominante” les ha planteado un desafío ante el materialismo y el pragmatismo.
-Hay que presentar a Cristo como modelo e identificación de vida.
-Impulsarles hacia la madurez como persona. Hay que conocer cómo son sus etapas evolutivas.
-Los adultos se deben adaptar a los lenguajes de hoy. Eso no quiere decir dar una patada al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Quiere decir comprender a los jóvenes.
-Ayudar a los jóvenes que quieren participar en la Iglesia.

Juan Pablo II dijo en Valencia, en uno de sus viajes a España, que “se puede ser muy de hoy y muy de Cristo”. Los jóvenes necesitan y usan modelos de conducta, por eso tienen “ídolos”, lo que no significa que sustituyan a los padres. Pero los ídolos son efímeros, mientras que el modelo de Cristo permanece para toda la vida; tiene actualidad permanente. Esto tampoco quiere decir que haya que apartar a los jóvenes de sus “ídolos”, que forman parte de su evolución natural, sino presentar a Cristo como modelo y forma de vida que es para siempre, no como los “ídolos” juveniles.

¿Con qué herramientas disponemos para comprender y ayudar a los jóvenes? Medios de comunicación, la cultura (arte, conciertos, festivales, encuentros); mundo del deporte; encuentros personales, y sobre todo la familia como núcleo principal del desarrollo de los jóvenes. Pero, en no pocos casos, primero hay que educar a los padres, para que ellos tengan las herramientas adecuadas para educar a sus hijos. Precisamente, muchos padres arrastran carencias desde su propia juventud.

Quiero recordar, por un lado, la importante tarea que está realizando nuestro obispo, Bernardo Álvarez, que ha puesto los medios necesarios para atender a los jóvenes. La Diócesis Nivariense también es pionera en esta materia. Se ha preocupado en disponer de especialistas en la materia. Por otro lado, hay que insistir en que el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) es centro de la vida de la Iglesia en enseñanza, formación e información, y cuenta con el COF (Centro de Orientación Familiar).

Y, como especialistas, quiero recordar al recién ordenado diácono, Alejandro Abrante, que ha llenado los corazones de muchos jóvenes. No para. Vive en cuerpo y alma preocupado por los jóvenes, y es ejemplo vital para los adultos que quieren crecer en la fe.

*Periodista.