martes, 27 de marzo de 2012

Congreso sobre Constantino-Santiago Cuquerella Llauradó, seminarista en Barcelona: “Oye, que creo que Dios me está llamando a ser sacerdote”


Santiago Cuquerella.
-¿Cuántos años llevas en el Seminario de Barcelona?
-“Llevo tres años, pero llevo cinco de estudios. Fui a estudiar antes dos años a Pamplona, mientras discernía mi vocación, porque no lo tenía muy claro".

-¿Cómo surgió en ti la vocación al sacerdocio?
-“Estaba un poco alejado de la fe, pero a través de un amigo, me presentó una parroquia y ahí empecé a dirigirme espiritualmente, ir a retiros, ir a misa…, empecé a hacer cosas que antes no hacía. A través de la parroquia comenzó a surgir en mí ese sentimiento. Este sentimiento lo empecé a hablar con el sacerdote de la parroquia, que lo conocía y me llevaba muy bien con él, me invitaba a hacerme preguntas como: ¿Qué pide Dios de ti? ¿Qué quieres hacer tú en tu vida? Y con el tiempo lo fui pensando, me fui a las Calcutas, que es una cosa que siempre me ha gustado mucho, estuve en Londres dos veces con ellas, un mes un año y otro mes otro año, y ahí viendo lo que hacía en ellas, viviendo en una casa de vagabundos que los atendían todo el día, y a través de esto y de la conversación con el párroco, se me fue cimentando la vocación cada vez más, hasta que al final quise dar un paso más e ir a probar sí era realmente lo mío y me fui a estudiar a Pamplona. Viví en un colegio mayor, que está preparado para gente que quizás quiere plantearse ser sacerdote y no lo tenga muy claro. Estuve allí dos años y cuando vi que realmente que esto era lo mío, le dije a mi cura: oye, que creo que Dios me está llamando a ser sacerdote. Y me dijo: pues mañana vamos al seminario. Hablamos con el rector de la Parroquia para que lo supiera, luego con el rector del seminario y vine al seminario. Si este amigo no me hubiera presentado al cura, nunca hubiera estado aquí”.


-¿Es fácil la convivencia en el seminario?
-“Siempre hay cosas, pero la convivencia normal. Yo estoy muy a gusto. Hay mucha gente de muchos países, pero el día a día es muy fácil. Siempre hay algún problemilla con algún compañero, lo típico en las convivencias con otros, pero en general todo muy bien y estoy muy contento”.

-Respecto a la parte académica, ¿los profesores son laicos o sacerdotes?
-“Hay un poco de todo, hay sacerdotes, religiosas, laicos. También depende de la materia que den, si es de Filosofía o de Teología. Hay más laicos en la parte de Filosofía. Al ser Facultad hay un poco de todo”.

-El estudiar en la facultad con los laicos, ¿qué ventajas e inconvenientes tiene?
-“Inconvenientes no le veo muchos. Creo que te da ese puntito, porque nosotros damos muchas cosas por supuestas, pero que para los laicos no son tan supuestas. Por ejemplo en la asignatura de Liturgia, no nos tienen que explicar nada sobre la Liturgia de las Horas, porque la rezamos todos los días, pero ellos no entienden y preguntan, y cuando descubren lo que es la Liturgia de las Horas, se asombran y nosotros no nos hemos dado cuenta de su belleza porque estamos acostumbrados. Te das cuenta de que si ellos, que no la rezan, valoran la liturgia, te hace pensar que quizás la tengo que valorar yo más. Y a ellos también les ayudamos nosotros. Creo es una enriquecimiento común”.

-¿Qué invitación harías tú a un chico que pueda estar sintiendo la vocación al sacerdocio, pero tiene miedo o encuentra dificultades a la hora de responder y dar un sí completo al Señor?
-“A mí me costó un montón, estuve tres o cuatro años pensándomelo. Yo lo que le diría, es lo que hice yo, tomárselo con mucha calma, ponerse en las manos de un sacerdote con el que confíes, dejarse llevar poco a poco, tener en cuenta que nunca te va a salir todo bien, que siempre tendrás errores, que días te desanimarás, otros verás claramente que sí, que esto es lo tuyo, que debe ir caminando pasito a pasito. Básicamente es dejarte guiar al sacerdocio y poniéndote cositas para ser cada día mejor; por ejemplo, proponerte rezar todas las noches tres ave marías, cositas así, poco a poco, que vayan creando en ti esa hábito y gusto por lo divino, por Dios. Mi consejo es que se dirija con un sacerdote, que no se desanime si se equivoca, y poquito a poco, que si no lo decide en un año que sea en cinco, da igual, pero que poquito a poco vaya haciendo cosas. Que si no está acostumbrado a rezar pues que rece un poquito, que no decida las cosas de golpe, siempre en conciencia de lo que Dios quiere”.

Información realizada por Borja García
Coordinada por Domingo J. Jorge, responsable de Comunicación del ISTIC