Reportaje fotográfico Esteban González. |
Este
lunes arrancamos en el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias,
ISTIC, con la colaboración de la ULL, las XVII Jornadas de Ética y Política. No
se entendería, sobre todo por las generaciones más jóvenes –eminentemente importantes en estos momentos y en todos- el sentido de estas jornadas si no citáramos una
frase dicha por el director del ISTIC, Juan Pedro Rivero, en la presentación de
estas Jornadas. Ante la presencia en la primera fila del Obispo de la Diócesis,
Bernardo Álvarez, que escuchaba detalladamente, recordó Rivero que “estas
jornadas nacieron en 1998 ante la necesidad de la reflexión, en el ámbito del
Diálogo Fe-Cultura”. Y es que el ISTIC sigue reflexionado y se ha de
congratular de que entre los más de 50 matriculados para esta edición, más del
70 por ciento sean rostros jóvenes, y el otro 30 por ciento, personas con un
espíritu totalmente joven que quieren acercarse al Salón de Actos del ISTIC
para indagar estos tres días sobre “Bioética y cine”, y lo que es más para
escuchar los lances aclaratorios sobre la responsabilidad y la bioética que
propone el ponente para esta ocasión, la XVII, Tomás Domingo Moratalla.
“Bioética:
una ética de la responsabilidad. Un nuevo paradigma para nuevos desafíos”. Este
lunes ha sido un primer día o un primer contacto con la Bioética, que ha dejado
al aforo reunido en el ISTIC con un gusto a azúcar o miel entre los labios –algo
necesario en estos malos tiempos de crisis-. No alegremente, sino con un
trasfondo oratorio, Moratalla comenzaba su ponencia de apertura con la búsqueda
o propuesta de la definición para bioética y aportaba el que la bioética ofrece
métodos de análisis basados en la argumentación y el diálogo interdisciplinar,
así como criterios y procedimientos para la toma de decisiones”. Es destacable,
en este momento de su exposición, la cita de Potter, “necesitamos un
conocimiento sobre el conocimiento”. Concretamente, Potter, bioquímico y
oncólogo, ha sido el creador de la Bioética del siglo XX, desde el que se ha
visto esta disciplina como una “ciencia de la supervivencia”.
Con
un ánimo de seguir reflexionando en esta primera ponencia de Moratalla, el
mismo ponente dejó en torno a sus propuestas de definición sobre Bioética
una frase en el aire que sigue resonando hoy en el oído de muchos de los
asistentes: “Aprender el arte de poder no tener razón”. Esa necesidad de
diálogo entre las características que rodean al Bioética, deja de manera
clarividente esa premisa en el aire y es que quizás desde ahí tengamos que
partir en muchos ámbitos de la ciencia y de todos los espacios que rodean al
ser humano: el no creernos con la verdad absoluta. Así, el profesor Moratalla
nos destacaba que existen una serie de actitudes inadecuadas respecto a la
Bioética: “El simplismo, el absolutismo y el relativismo”. Y es que ella, la
Bioética, defiende ante todo “la complejidad”.
Igualmente,
los temas de la Bioética nos llevan hacia la “Bioética Clínica” y la “Bioética
Medioambiental”, ambas tan actuales hoy: la relación sanitario-paciente; los
problemas del principio y final de la vida; la investigación biomédica; los
animales, la atmósfera, la clonación, etcétera.
En este senido, tambien Hans
Jonas refiriéndose al Principio de Responsabilidad señalaba que quizás en un
determinado momento “en el desarrollo científico-tecnológico tengamos que parar”.
Ya él en los años 80 de nuestro no tan lejano siglo XX se planteaba “qué mundo
le estamos dejando a nuestros hijos”.
En
fin, hemos de ver la responsabilidad, desde la visión de Moratalla, una excelente
herencia en cierto modo de Paul Ricoeur, E. Levinas, K. O. Apel o el mismo Hans
Jonas, como una magnitud de las consecuencias, una idea de la prudencia. La
nueva ética, la Bioética, no puede desprenderse y separarse de la realidad del
mundo hoy. Hemos de dejar de creernos Dios.
La
Bioética se va al cine
Pero
la tarde no se cerró sin “Bioética narrativa
y hermenéutica. La bioética se va al cine”. Así tituló Moratalla su
segunda ponencia de esta primera tarde dentro de las XVII Jornadas de Ética y Política del
ISTIC. Y es que el cine, el laboratorio de trabajo propuesto por el profesor de
la Complutense, tiene mucho que decir en el método ofrecido por este
especialista. Estamos ante la razón cinematográfica, una narrativa abierta.
De
la misma forma, fueron repetidas las referencias a Julián Marías por parte de
Moratalla, quien lo define cómo: “el cinéfilo que amaba la filosofía”.
Así,
para Moratalla la fundamentación del encuentro de la Bioética y el cine es la
HERMENÉUTICA. Se trata de aprender a deliberar a través del cine. Nos ofrece
recuperar la imaginación: “Si queremos pensar las cuestiones bioéticas, también
hay que pensar en contexto simbólico. Gracias al cine se amplía la experiencia”.
Pero
sencillamente, este Filósofo se refiere al maridaje entre cine y Bioética, no
desde el clásico uso de la explicación del tema ético primero y luego emplear el
recurso del cine como complementario; ni siquiera al de –muy actual- priorizar
primero la proyección de una película con temática bioética, y luego pasar a
una especie de cineforum. No, la propuesta de Moratalla va más allá y es la de
la HERMENÉUTICA, donde se quiere buscar un equilibrio entre el cine y la
explicación bioética: es decir, el cine es una ocasión para la reflexión.
Seguidamente, se pasó a desarrollar esa mímesis entre cine-bioética y se
explicó: la prefiguración (antes de…), la configuración (la propia película); y
la refiguración (después de…). Todo ello nos lleva nuevamente a la Bioética
Narrativa. Sin embargo, la tarde la cerró volviéndonos a hacer reflexionar esta
vez con una frase de Landero: “Perder narración es perder experiencia”. Hoy
habrá más y nos meteremos en el laboratorio del CINE desde la Bioética.
Por Domingo J. Jorge, responsable de Comunicación del ISTIC.