El papa Juan
XXIII dijo al secretario de Estado Vaticano, el cardenal Tardini en 1961: “Cristo
lleva dos mil años clavado en la Cruz y nosotros, ¿dónde estamos?”. El Santo
Padre ya reflexionaba, según las biografías, sobre lo que más tarde se
convirtió en la convocatoria del Concilio Vaticano II.
Y, hoy, ¿dónde
estamos? ¿Dónde están los teólogos, los estudiantes de Teología y de Ciencias
Religiosas, así como los catequistas y agentes de pastoral? ¿Dónde están los
cristianos? ¿Se han preguntado qué lugar ocupan, cada uno en su ámbito, en su
vida espiritual o en la acción católica? El Plan Diocesano Pastoral 2007-2011
ya ha dado sus frutos. La Diócesis Nivariense y los cristianos han hecho un
trabajo ejemplar, a través del Consejo Diocesano de Pastoral, las delegaciones,
las parroquias, las asociaciones, los centros de formación y la acción católica
en general.
Bajo el lema
“Haz memoria de Jesucristo resucitado”, los miembros del Pueblo de Dios han
sembrado y han recogido sus frutos. Cada uno en su entorno deberá hacer una
reflexión sobre los logros conseguidos y lo que falta por hacer. Dios dio el
poder a la tierra de producir vegetación a partir de la siembra de una semilla
(cfr. Gn 1, 11s.29). Y se cosecha lo que se ha sembrado (cfr. Gal 6,7).
La Diócesis
puede constatar que se han abierto nuevos caminos de evangelización, de
justicia, esperanza y caridad, a pesar de la grave crisis social, cultural y
económica que padecemos desde los últimos años, que se ha cebado con los más
necesitados.
Dentro de los
logros se han producido mejoras en la predicación de la Palabra, los
sacramentos, la oración personal y en comunidad, la caridad, así como el
ejercicio de la transmisión de la Buena Nueva, a través de los medios que nos
dan las actuales tecnologías de la información y la comunicación. Pero este
trabajo no es suficiente, porque la siembra debe continuar (cfr. Is 55, 10-11).
El nuevo Plan Pastoral
2011-2015 continúa el trabajo que se ha venido realizando, pero aporta otras
tareas ante los retos de la sociedad y en el ámbito de la Nueva Evangelización,
anunciada por el beato Juan Pablo II y que ahora da continuidad el Santo Padre
Benedicto XVI.
Bajo el lema
“Ser discípulos y misioneros aquí y ahora”, el Plan Diocesano Pastoral
2011-2015 propone un impulso al trabajo que se ha venido haciendo hasta ahora y
plantea nuevas acciones para seguir sembrando, para corregir las líneas de
acción y para ofertar instrumentos encaminados a la dimensión vocacional. El
Obispo, Bernardo Álvarez, en una excelente carta pastoral (en la que se basa
este artículo) hace un llamamiento a la comunidad porque “en no pocos casos se
infravalora el Plan Pastoral”.
El Plan
Diocesano Pastoral, elaborado bajo la enseñanza del Pastor de la Diócesis en
conjunta armonía con la experiencia de la comunidad, está para leerlo y
aplicarlo. Quienes hacemos acción pastoral no debemos estar al margen de la
realidad eclesial. Como Pueblo de Dios tenemos que proponernos ser discípulos y
misioneros, porque “lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo
que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras
manos, acerca de la Palabra de Vida, pues la Vida se manifestó, nosotros la
hemos visto y damos testimonios” (1 Jn 1-2).
Por eso, como
los primeros apóstoles y como los evangelistas tenemos que aprender la realidad
de la verdad revelada, leer con detenimiento el Plan Diocesano de Pastoral y
disponer de una formación adecuada para poder transmitir la propia experiencia
de la fe (comunicar la propia experiencia de la fe. Cfr. Pablo VI, EN 46). Del
discípulo nace el misionero, y el maestro nace del discípulo. Pero el misionero
no está solo, no va por su cuenta, forma parte de la comunidad eclesial. Por
eso es necesario formarnos en la Iglesia, porque estamos llamados a ser
discípulos de Cristo. “Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de
la Palabra” (Hch 6,4).
El nuevo Plan
Diocesano Pastoral propone la escucha de la Palabra; la comunión con Cristo en
la Eucaristía y la comunión con Cristo en la Iglesia; la
oración y el amor al prójimo; renovación pastoral; conversión personal; apertura
de nuevos caminos a la práctica misionera.
Pero para la
consecución de los fines, el Obispo, Bernardo Álvarez, se apresura a hacer un llamamiento
claro y fundamental: formación y capacitación; cauces de reflexión, así como
acciones en parroquias, arciprestazgos, grupos católicos, etcétera, junto con
la corresponsabilidad con los presbíteros y la necesidad del primer anuncio.
El Señor dijo
a Pablo que no tuviese miedo, y que siguiera hablando y no se callara, “porque
yo estoy contigo” (cfr. Hech 18, 9-10).
*Periodista. Estudiante en Tesina de Licenciatura en
Ciencias Religiosas.