jueves, 29 de noviembre de 2012

DESDE LA PALABRA, por Francisco Castro: "La Iglesia promocionará la lengua latina"


*Francisco Castro

El papa, Benedicto XVI, ha promulgado el motu propio “Latina Lingua” por el que se crea la Academia Pontificia Latinitatis, cuyo fin es la “custodia y promoción” de la lengua latina. Esta academia dependerá del Pontificio Consejo de Cultura, y fue instituida el pasado día 10 de noviembre de 2012.

En el motu propio, Benedicto XVI indica que “la Iglesia ha hablado y rezado en todas las lenguas. Sin embargo, las comunidades cristianas de los primeros siglos usaron ampliamente el griego y el latín, lenguas de comunicación universal del mundo en que vivían, gracias a las cuales la novedad de la Palabra de Cristo encontraba la herencia de la cultura helenística-romana”.


El Santo Padre advierte en la actual cultura un “debilitamiento generalizado de los estudios humanistas”, con el peligro de un “conocimiento cada vez más superficial de la lengua latina”. A la par aparece en algunos ámbitos “un interés renovado” por dicha legua y cultura.

La Academia Pontificia Latinitatis adoptará “métodos didácticos adecuados a las nuevas condiciones, y la promoción de una red de relaciones entre las instituciones académicas y entre los estudiosos”.

Razones históricas y culturales han hecho del latín la lengua oficial de la Iglesia, por eso se considera urgente un uso más competente de esta lengua, “tanto en el ámbito eclesial, como en el mundo más vasto de la cultura”. 

¿Por qué el latín es lengua oficial de la Iglesia?

Los primeros cristianos, los padres y doctores de la Iglesia vieron en el latín una lengua universal, apropiada para la promoción de la verdad revelada en las diferentes culturas de los pueblos; una lengua universal, que no suscitaba desavenencias, imparcial y aceptada por todos.

Juan XXIII la definió como lengua de “conformación propia, noble y característica, con un estilo conciso, variado, armonioso, lleno de majestad y de dignidad”.

Pío XI dice del latín que es una lengua “universal, inmutable y no popular”, lo que quiere decir que en cualquier lugar del mundo se puede entender con mayor claridad y rapidez todo lo que comunica la Sede de Pedro, y al mismo tiempo entenderse con ella de una forma más libre. Porque, necesariamente, el instrumento de mutua comunicación debe ser universal y uniforme. En caso contrario, sería difícil establecer qué lengua moderna y, por tanto, mudable, expresaría con precisión y claridad el sentido de las verdades fundamentales de la Iglesia.

Pío XI también denominó el latín como “un tesoro de valor incalculable”, mientras que León XIII la significó como “una puerta que pone en contacto directo con las verdades cristianas transmitidas por la tradición y con los documentos de la enseñanza de la Iglesia”. Es un vínculo que une la Iglesia de hoy con el ayer y el mañana.

Por tanto, el Magisterio se ha ocupado de mantener vivo el interés, el aprendizaje y el uso de una lengua que se considera “materna”. También el Concilio se ocupó del tema e incluso aconsejó a los laicos que “sean capaces de recitar o de cantar juntos, en lengua latina, las partes del Ordinario de la misa que les corresponden”.

No cabe duda de que la Iglesia ha procurado siempre facilitar la lectura de los libros litúrgicos y de los documentos de la Sede Apostólica con la edición de los textos en muchas lenguas del mundo. Pero a partir de este motu propio de Benedicto XVI se abre una puerta esperanzadora no sólo a la promoción del latín, sino al relanzamiento de los estudios humanistas, necesarios para la educación integral de las personas.

*Periodista