viernes, 5 de octubre de 2012

DESDE LA PALABRA, por Francisco Castro: "Exégesis y Hermenéutica, ciencias para la fe"


*Francisco Castro

La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), conjuntamente con el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, celebrará los próximos días 22 al 26 de octubre de 2012 el curso titulado “Hermenéutica y Biblia: el texto, su transmisión y las ciencias del lenguaje”. El curso tendrá lugar en el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, centro patrocinado por la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos.

Hay dos ciencias de la Biblia que con frecuencia se confunden: Exégesis y Hermenéutica. Si bien están relacionadas, al mismo tiempo presentan diferencias en sutilezas. Hagamos una primera aproximación sencilla: mientras la Exégesis trata de explicar el texto sagrado, la Hermenéutica lo interpreta; mientras la Exégesis se tiene que valer de otras ciencias, como la lingüística, a menudo se dice de la Hermenéutica que debe haber una relación entre autor, texto y lector, lo que no quiere decir que no se valga de otras ciencias.

Por tanto, ya tenemos unas cuantas pistas. Si damos un paso más, diríamos que la Exégesis, que significa “sacar fuera”, es la ciencia que determina el significado de la Escritura. La investigación científica debe tener en cuenta las lenguas en las que está escrita la Biblia, que son el hebrero, el arameo y el griego; también se sirve de la historia, del conocimiento de la época en que fueron escritos los libros, así como del análisis literario. Pero, la Exégesis no es ajena a los estudios teológicos de estos siglos y al Magisterio.

La Hermenéutica, que significa “interpretar”, busca el sentido de cada pasaje o de cada libro de la Biblia. Para este fin, puede apoyarse en recursos filológicos y de la crítica textual. Aparte de los recursos técnicos, el hermeneuta debe tener en cuenta la condición de la Biblia como texto inspirado. Desde hace años se habla de “nueva hermenéutica” para denotar que se produce una comunicación de la verdad revelada, es decir, que la Hermenéutica no está al alcance sólamente de un técnico que se pone delante de un texto para comprenderlo y explicarlo, sino que la interpretación se lleva a cabo desde la existencia de la persona.

La Hermenéutica es, por tanto, fuente de información en la interpelación del texto en el lector. Y he aquí cuando, al necesitar recursos como los lingüísticos y literarios, la Hermenéutica se caracteriza como Exégesis o bien cuando hay una exigencia de interpelación del lector sobre el texto. Como pueden ver, las definiciones se complican desde que tratamos de despuntar esas sutilezas entre una ciencia y otra.

El origen de la Exégesis lo hallamos en el trabajo de los Padres de la Iglesia, que hablaban de “respirar” las Sagradas Escrituras. Mientras, el Concilio Vaticano II aporta un principio de Hermenéutica: “La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo espíritu con que fue escrita; por tanto, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe” (constitución Dei Verbum, nº 12).

De necesaria referencia es la encíclica de Pío XII, “Divino Afflante Spiritu”, promulgada en 1943, que trata con especial interés este asunto, y señala  que “el intérprete con todo esmero, y sin descuidar ninguna luz que hayan aportado las investigaciones modernas, esfuércese por averiguar cuál fue la propia índole y condición de vida del escritor sagrado, en qué edad floreció, qué fuentes utilizó, ya escritas, ya orales, y qué formas de decir empleó. Porque a nadie se oculta que la norma principal de interpretación es aquella en virtud de la cual se averigua con precisión y se define qué es lo que el escritor pretendió decir” (nº 22). Aquí mismo, el santo padre se refiere a San Atanasio, que advirtió que “se ha de observar con qué ocasión habló el apóstol; se ha de atender, con cuidado y fidelidad, cuál es la persona, cuál el asunto que le movió a escribir, no sea que uno, ignorándolo o entendiendo algo ajeno a ello, vaya descarriado del verdadero sentido”.

En el programa del curso de la UIMP se indica que “la Hermenéutica es la disciplina que nos ayuda a buscar la naturaleza y los principios para conseguir una justa interpretación de las realidades cuya significación no es inmediatamente evidente. Se trata de descubrir la relevancia de un texto literario para el lector actual”.

Añade que “cuando nos referimos a Hermenéutica bíblica introducimos un principio hermenéutico único que es aportado por la fe cristiana. La originalidad de esta interpretación se fundamenta en un hecho único: la venida y la realización del Reino de Dios. Y se entiende de tal manera que el texto se interpreta teniendo en cuenta la unidad de toda la Escritura. Por consiguiente, la Hermenéutica bíblica supone una comprensión del texto en relación con la fe aceptada”.

Ya tenemos unos cuantos elementos de juicio y valor que apuntan el significado de la interpretación. Para ejercer la Hermenéutica hay que tener en cuenta lo que el autor de un texto concreto quiso decir. Pero ese mensaje hay que tenerlo en cuenta en el contexto de la unidad de las Sagradas Escrituras porque esa unidad tiene un común sentido: el Reino de Dios. Al intentar entender un texto a partir de lo que el autor quiso decir, se debe prestar atención a que la Escritura es inspirada y verdadera, o sea, que el autor es Dios que se ha valido del hombre para esta revelación. Tenemos otro dato, como en todo momento hemos hablado de interpretación se deduce que el entendimiento de un texto no se produce a partir de su lectura literal, sino que se debe hacer ese ejercicio de entender lo que el autor quiso decir. Por último, tenemos el elemento fundamental de la fe católica, que es imprescindible para la comprensión de los mensajes.

En el mencionado programa de la UIMP se hacen algunas preguntas: ¿Existe alguna interpretación de la Biblia que sea puramente objetiva? ¿Qué significa que la Biblia se interpreta por sí misma? ¿El mensaje del texto bíblico tiene que ver con el presente de nuestra historia o el texto sirve únicamente de pretexto? Y, por último, ¿puede un cristiano corriente acceder a una lectura bíblica con garantías?

*Periodista