lunes, 14 de mayo de 2012

DESDE LA PALABRA: El silencio como reflexión en las comunicaciones


*Francisco Castro
El Papa, Benedicto XVI, promulgó, el pasado 20 de marzo, fiesta de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas, su mensaje para la “46 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales”, bajo el título “Silencio y palabra: camino de evangelización”. El mensaje habla del silencio y la palabra como “dos momentos de comunicación que deben equilibrarse”, para “obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas. Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora”.

Pero, silencio no quiere decir falta de comunicación u omisión de la información; aquí silencio se refiere a la necesaria reflexión que debe acompañar toda comunicación, tanto por parte de quien la transmite como por quien la recibe. Sorprende la delicadeza y el respeto con que Benedicto XVI trata este problema de los emisores y los consumidores de los medios de comunicación, y a la vez la profundidad con que lo hace en pocos folios.


Benedicto XVI señala que “en el silencio se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa”.

Hay que tener en cuenta que el silencio es expresión del reducto más íntimo y contundente del hombre, la conciencia que, a pesar de ser contundente, en muchas ocasiones se desvirtúa en su contenido con otras apreciaciones más superficiales.

Precisamente, Benedicto XVI presta atención a la superficialidad: “Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace especial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial”. Y agrega que “una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes”.

Realmente, Benedicto XVI ha destacado de esta manera tan sencilla y directa uno de los mayores problemas en el proceso de comunicación: la superficialidad en el tratamiento y transmisión de la información, y la superficialidad en la recepción de la información.

Se debe prestar a cada información que consumimos una doble lectura, la superficial, es decir, la correspondiente a la lectura literal, y una más profunda, del silencio o reflexión. Cada información debe equipararse a una interpelación en la que cada consumidor se haga unas preguntas respecto al sentido del mensaje. Con estas condiciones, estaremos preparados para asumir con mayores garantías el consumo diario de información, que es abundante en los diferentes ámbitos en los que nos movemos.

El Santo Padre también hace referencia a las redes sociales, porque además es buen conocedor, como usuario, de estas plataformas de comunicación. Hay que tener en cuenta que “gran parte de la dinámica actual de la comunicación –señala Benedicto XVI- está orientada por preguntas en busca de respuestas. Los motores de búsqueda y las redes sociales son el punto de partida en la comunicación para muchas personas que buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas”.

En la última parte de su mensaje, Benedicto XVI destaca algunos aspectos teológicos del silencio, para determinar que “el Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras”.

Al margen de este mensaje del Santo Padre, ¿qué dice la Biblia sobre el silencio? Pues, antes de que el hombre oyera la palabra revelada, “la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1,1). Dios en Cristo es la Palabra revelada. Es decir, la Palabra no sólo es una escritura, un sonido, es antes que nada una persona, Cristo presente desde el silencio del hombre antes que este existiera sobre la tierra. Pablo, en la carta a los Romanos, en su doxología, habla de la “revelación de un misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado ahora por las Escrituras que lo predicen, por disposición de Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles para que acojan la fe” (Rm 16 25,26).

El silencio como reflexión en el proceso de comunicación es de una importancia vital, hasta el punto de que un correcto silencio asentado en la moral, o bien en una ética adecuada, hubiera evitado continuos problemas en la humanidad que han llegado hasta hoy. No obstante, no es fácil hacer frente a los procesos comunicativos de la actualidad. El problema no deriva tanto de los soportes, como las redes sociales mencionadas por Benedicto XVI, sino por el uso de dichos soportes.”La Red –indica el Papa- se está transformando cada vez más en el lugar de las preguntas y las respuestas”. ¡Qué mensaje tan intenso y qué respeto por el prójimo!

El hombre busca constantemente la verdad, en la antigüedad mediante unos medios, en la actualidad a través de otros, pero no vale cualquier estado: “La naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, que atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y el bien, e imbuido por ella, el hombre es llevado hacia lo invisible por medio de lo visible” (constitución Gaudium et Spes, nº 15, del Concilio Vaticano II).

*Periodista