martes, 3 de abril de 2012

ESPECIAL SEMANA SANTA: DESDE LA PALABRA: El sufrimiento como don


*Francisco Castro

“Sufrir no es nada en sí mismo, pero el sufrimiento compartido con la Pasión de Cristo es un don maravilloso y un signo de amor”. Son palabras de profundidad de la madre Teresa de Calcuta, un “lápiz de Dios”, como ella misma se definía. El sufrimiento lo vamos a situar en la corresponsabilidad de la Pasión, y los dones y el amor emanan de la acción del Espíritu Santo. El Catecismo de la Iglesia Católica habla de dones como la sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Todos estos dones están intrínsecamente relacionados y quedan reflejados durante la Pasión.

No es fácil hablar del sufrimiento, del dolor y de su alivio con palabras humanas y yo, por experiencia propia, sólo tengo unas pocas: agarrarnos a la Cruz de Cristo.
Sin embargo, la Palabra revelada y la Pasión sí dan muchas respuestas a situaciones que derivan de la propia naturaleza o incluso del pecado de la concupiscencia, sobre el que muchas personas no son conscientes. Dios se encarnó para darnos las respuestas a nuestros sufrimientos. “Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mat 12,30).


Jesucristo es el centro y la referencia del dolor. Tampoco es fácil decir que cuando sufrimos estamos en Cristo, y cuando curamos las heridas de un enfermo estamos curando a Cristo. Así lo veía la madre Teresa: “Jesús sigue viviendo su Pasión. Él sigue cayendo, pobre y hambriento, como cayó camino del Calvario”.

El sufrimiento es un testimonio; es también oración con el ejemplo. Las Sagradas Escrituras se ocupan de este estado desde el Antiguo Testamento en el que el pueblo elegido tiene que padecer para ser liberado por Dios, que establece diferentes alianzas hasta la llegada de su Hijo, que es la Alianza definitiva.

Jesús no suprime el sufrimiento ni la muerte, pero sí ha venido a aliviar, con su oración, sus gestos y con su modelo de persona, a quienes padecen dolencias. “Somos en verdad compañeros de Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el fin la posición del comienzo” (Hebr 3,14).

Jesús es capaz de cambiar el sufrimiento en gozo, no lo suprime pero lo consuela: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (Mat 5,5).
Juan Pablo II, en su carta apostólica “Salvifici doloris” sitúa la redención de los hombres “mediante la Cruz de Cristo”, es decir, mediante sus sufrimientos. La cruz es, por tanto, signo y símbolo de salvación. Juan Pablo II indica que hay dos preguntas que interpelan constantemente al ser humano: ¿Por qué se sufre? y ¿por qué el mal? Y dice que “precisamente por medio de su sufrimiento se hace posible que el hombre no muera sino que tenga vida eterna”.

El evangelista Juan narra la cristología fundamental sobre la Pasión y la gloria de Cristo (Jn 13,1-20,31), hasta su resurrección (Jn 18,1-20,31), en la que la acción del Espíritu Santo ilumina a la comunidad en cuanto a la respuesta salvadora de Dios en Cristo, por medio de la fe y el amor. El Hijo del Hombre es mediador entre Dios y los hombres; único mediador. Es el que ha bajado a este mundo a sanar las conciencias y los males físicos.

El “via crucis”, que significa camino de la cruz, es el itinerario de sufrimiento que hizo Jesús desde el pretorio de Pilato hasta el Calvario. La Iglesia ha establecido, a partir de los misterios de Jesús, catorce estaciones para meditar sobre la vida y la muerte, sobre el sufrimiento y su significado. Veamos unas líneas generales de las estaciones:
-I Estación.- Jesús es condenado a muerte. No es lícito, como hizo Pilatos, lavarnos las manos.
-II.- Carga con la cruz. Agarra la cruz lleno de heridas por todo el cuerpo.
-III.-Cae al suelo por primera vez. Dios es también hombre y sufre como él, no recurre a sus fuerzas sobrehumanas.
-IV.- Jesús encuentra a su madre. Se une a su hijo y hace suya su humillación.
-V.- Simón Cireneo ayuda a Jesús. Estuvo más pegado al Señor que su madre y que Juan, su apóstol amado. Ayudó a Jesús a cargar con su cruz.
-VI.- La Verónica limpia su rostro. La mujer también carga la cruz y el Señor imprime su imagen como acto de caridad en la tela de la Verónica.
-VII.- Jesús cae por segunda vez. Cae por su propia voluntad, extenuado por su esfuerzo.
-VIII.- Jesús y las mujeres de Jerusalén. Las libera del yugo de la época y es un precedente para épocas posteriores.
-IX.-Cae por tercera vez. Tomó la forma de siervo para asemejarse a los hombres. Ha sido obediente hasta su muerte en la cruz.
-X.- Despojado de sus vestidos. Al ser objeto de suplicio, con el cuerpo lleno de llagas, da respuestas al inmenso dolor de la humanidad profana.
-XI.-Clavado en la cruz. Cristo quiere atraer a todo el mundo hacia Él. Un hombre taladrado de manos y pies; todo el cuerpo sufre, su esqueleto, sus músculos, su sistema nervioso.
-XII.-Muerte en la cruz. Queda impresa la obediencia del Hijo en unión con su Padre. En él vivimos, nos movemos y existimos.
-XIII.-Jesús en brazos de su madre. En este misterio tenemos la expresión de los dones de Dios. María, que recibió estos dones, es también la que más sufrió por su hijo.
-XIV.- Entierro de Jesús. Todos los hombres que contemplan el sepulcro de Jesucristo viven la esperanza de la resurrección.

*Periodista