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Recordamos a Don Felipe y el Sínodo Diocesano
Entrevista, publicada en Iglesia Nivariense – núm. 88, a Don Felipe Fernández García, obispo emérito de la Diócesis de Tenerife sobre el Sínodo Diocesano al cumplir el X Aniversario de su clausura el 8 de Diciembre de 2008.
«UN GRAN MOMENTO PARA LA RENOVACION»
Mientras estamos preparando la celebración del X aniversario de nuestro Primer Sínodo Diocesano, hemos tenido la posibilidad de contar entre nosotros con su principal impulsor, el Obispo Emérito de la Diócesis, Don Felipe Fernández. No podíamos comprender este número de Iglesia Nivariense, sin intercambiar, desde el recuerdo y la esperanza, unas palabras con él.
-¿Cómo surgió la idea de convocar un Sínodo?
-"Se me ocurrió a mí personalmente. Sin embargo, consulté esta posible iniciativa, -entonces- con varios colaboradores míos y con los organismos correspondientes en su día, tal y como sabiamente mandan los cánones de la Iglesia. Así nos asegurábamos la mejor garantía de que sería siempre un acto eclesial, como de hecho lo fue. Recuerdo que la idea de convocar un Sínodo surgió en mí, fundamental-mente, por el deseo de aplicar mejor el Concilio Vaticano II en nuestra diócesis. Además, en una Iglesia que había nacido hace más de un siglo, como la nuestra, nunca se había celebrado un Sínodo Diocesano. Sería un sínodo, podríamos decir, "constituyente", en cierto sentido, de la Iglesia diocesana, y de sus relaciones con las demás iglesias diocesanas. (Por cierto, la diócesis hermana de Canarias, iba ya entonces por el tercer sínodo diocesano desde que nuestra Iglesia diocesana naciera de ella)".
-¿Cuáles fueron los primeros pasos y las primeras sensaciones?
-"Un paso originalísimo en nuestra iglesia diocesana fue la consulta a toda la diócesis, a través de una pastoral del obispo, sobre la conveniencia o no del Sínodo. La pastoral la titulamos, en forma de pregunta, "¿Hacia un Sínodo Diocesano?'. Recuerdo que se recibieron casi 10.000 respuestas, la inmensa mayoría de las cuales fueron a favor de la realización y sólo algunas en contra. No obstante, ante una pregunta posterior, "En la hipótesis de que fuese convocado, más allá de lo que cada uno de ustedes haya podido pensar, ¿estaríais dispuestos a participar en él, según vuestras posibilidades (...)?', y que pesó no poco en mí para decidir convocar o no un Sínodo diocesano, todas las respuestas fueron afirmativas. Incluso, pude constatar, cómo algún sacerdote que no lo veía claro en un principio, sin embargo, más tarde, trabajó como el que más en la realización del Sínodo diocesano.
Aquella consulta fue acompañada por un cuadernillo, preparado por Don Bernardo, de quien decía yo que era uno de los motores del Sínodo diocesano, (uno interior que era el Espíritu y otro exterior que era él, como secretario general del sínodo), en el que se informaba sobre lo que es y lo que no es un Sínodo diocesano. Sobre lo que se puede esperar y lo que no se puede esperar de un Sínodo diocesano".
-El tiempo preparatorio, pre-sinodal, ¿Cómo se vivió?
-"Lo vivimos como una invocación al Espíritu para descubrir la conveniencia o no de ese Sínodo que pensábamos celebrar, como un momento de análisis de la vida diocesana hecho con el mayor rigor y deseo de ser objetivos en tal análisis y como un tiempo de dis-posición interior correcta de cada uno de nosotros de cara al sínodo, si decidíamos celebrarlo. Personalmente, valoro este punto de la disposición personal correcta, con mucho, como la más importante que podemos tener los hombres ante la realización de un Sínodo Diocesano. Debemos subrayar la invocación al Espíritu Santo, cuya devoción creció, entonces, no poco, en la diócesis".
-Y el Sínodo, su realización ¿qué recuerdos tiene de esa etapa?
-"Fue un tiempo precioso de participación de muchísima gente en la vida de la Iglesia. Se tocaron muchas cuestiones, algunas más comunes, como la comunión, la caridad social, la liturgia de la Iglesia, el anuncio del Evangelio de Jesús y su mensaje hoy, etc., y otras más propias de nuestro tiempo y de nuestra sociedad actual, como la familia, los jóvenes, la religiosidad popular... Estos temas resultaron de una gran novedad para muchos de los participantes, porque sencillamente se ayudaba a entender la vida de la Iglesia de cada día".
-Y ahora, diez años después, ¿qué interpretación hace?
-"Una interpretación muy hermosa, porque, en la etapa final se invocó mucho al Espíritu Santo y porque de hecho, se creció no poco en la invocación al Espíritu Santo en la Diócesis. Se han aplicado cuestiones muy concretas y que sólo podían ser decididas correctamente en un sínodo, como diversos puntos de la estructura diocesana, de renovación parroquial, la presencia de armas llevadas por los militares en diversas procesiones (la del Cristo de la Laguna es un ejemplo más entre ellas), por enumerar algunas cuestiones de las decisiones sinodales...".