miércoles, 20 de junio de 2012

DESDE LA PALABRA: "El profesor que viene"


*Francisco Castro

El Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) “Virgen de Candelaria”, sede de Tenerife, afronta una nueva época por su adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Este período es, si me lo permiten, precioso y emocionante. Su oferta académica es amplia y muy destacada, de tal forma que lo convierten en el centro de estudios teológicos más importante de Canarias y entre los de mayor interés de España. Y esta oferta se refiere a los grados y máster en Ciencias Religiosas, presencial y semi presencial; de Teología y Estudios Eclesiásticos; la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA); la Escuela Diocesana de Agentes de Pastoral, y a los posgrados en Derecho Matrimonial Canónico, Educación Sociopolítica, Humanización de la Salud, así como Orientación y Mediación Familiar. Tengo que referirme además a los cursos de la Semana de Teología; Cátedra de ética y Política y Congreso Internacional Diálogo Fe-Cultura.
La Delegación de Enseñanza Religiosa Escolar de la Diócesis Nivariense organiza formación específica y produce abundante información, cursos que también se celebran en las instalaciones del ISTIC.

Termina un año académico y afrontamos uno nuevo, con todas estas novedades que derivan del EEES. Por eso quiero referirme en esta ocasión a los profesores de Religión y Moral Católica, tanto a quienes ejercen como a quienes aspiran a ejercer. No descubro nada nuevo si comento que el profesorado debe contar con un algo nivel académico y con unas cualidades por su condición de creyentes, de misioneros de la Iglesia, de nuevos evangelizadores. Y, toda esta oferta formativa también está pensada para los docentes. Es incuestionable que un profesor de la materia que sea debe afrontar una continua formación y mejora, pero con más razón si se trata de un profesor de Religión y Moral Católica, que debe vivir la fe cada día, el Evangelio, para después, con la coherencia de este estado, ser fiel transmisor de la enseñanza católica a los alumnos, para que contribuyan a su formación integral y humanística.

Vamos a recordar los principales rasgos en un profesor de Religión:
-La enseñanza de Religión es un modo peculiar de servicio, diferenciado de otras materias.             
-El profesor de Religión no actúa en nombre propio, sino de la Iglesia.
-Es enviado por el Obispo.
-Sirve a la formación integral de los alumnos.
-Es una persona abierta, en continua actitud cultural, pedagógica y teológica.
-Debe mostrar a Cristo como único mediador entre Dios y el hombre.
-Debe gozar de madurez espiritual.
Por esos motivos, el profesor de Religión, que es un especialista, debe estar versado en los tres grandes bloques temáticos: Biblia, Sacramentos y Moral Católica.

El proyecto pedagógico, que incluye la programación de aula, debe contar con un correcto proceso de enseñanza aprendizaje, que atienda, además, las necesidades evolutivas de los alumnos, en su conjunto y de manera individual. Esto quiere decir que se debe atender a tres dimensiones: la relación de la comunidad escolar con una didáctica adecuada en los procesos interactivos; una buena estructura comunicativa, basada en considerar al alumno como interlocutor válido. Además, el profesor de Religión debe facilitar el diálogo y, por último, plantearse la enseñanza como un proceso de comunicación, porque la enseñanza es, precisamente, comunicación. ¿Cómo se consiguen estos objetivos? No sólo con la competencia académica del profesor sino, como he mencionado, con su madurez espiritual.

Hace pocos días, comenté la necesidad en todo creyente, tal y como ha aconsejado el santo Padre, Benedicto XVI, de familiarizarse poco a poco con las Sagradas Escrituras, que es la base de la espiritualidad, y es la pedagogía de Dios, es la palabra revelada de la que emanan los Sacramentos y la Moral Católica, que no es otra cosa que la moral de Cristo, la moral universal.

Vivir la asignatura de Religión es vivir a Cristo y, por lo tanto, una vivencia encaminada al crecimiento de los escolares como personas. Este es el momento en el que la sociedad se juega mucho, se juega su presente y su futuro. Por eso hay que tomar conciencia de la necesidad del crecimiento espiritual y de la formación permanente, lo que facilita el ISTIC. El aprendizaje del alumno se entiende entonces como un proceso constructivo en el que hay un cambio de conducta hacia la humanización.

La enseñanza tiene en las Sagradas Escrituras diversos ámbitos de la revelación. Cristo enseñó en las sinagogas (Mt 4,23); en el templo (Mt 21,23); con ocasión de las fiestas (Jn 8,20) y diariamente (Mt 26,55):

“Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar”.

*Periodista