El
Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC) “Virgen de
Candelaria”, sede de Tenerife, afronta una nueva época por su adaptación al
Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Este período es, si me lo
permiten, precioso y emocionante. Su oferta académica es amplia y muy destacada,
de tal forma que lo convierten en el centro de estudios teológicos más
importante de Canarias y entre los de mayor interés de España. Y esta oferta se
refiere a los grados y máster en Ciencias Religiosas, presencial y semi
presencial; de Teología y Estudios Eclesiásticos; la Declaración Eclesiástica
de Competencia Académica (DECA); la Escuela Diocesana de Agentes de Pastoral, y
a los posgrados en Derecho Matrimonial Canónico, Educación Sociopolítica,
Humanización de la Salud, así como Orientación y Mediación Familiar. Tengo que
referirme además a los cursos de la Semana de Teología; Cátedra de ética y
Política y Congreso Internacional Diálogo Fe-Cultura.
Termina
un año académico y afrontamos uno nuevo, con todas estas novedades que derivan
del EEES. Por eso quiero referirme en esta ocasión a los profesores de Religión
y Moral Católica, tanto a quienes ejercen como a quienes aspiran a ejercer. No
descubro nada nuevo si comento que el profesorado debe contar con un algo nivel
académico y con unas cualidades por su condición de creyentes, de misioneros de
la Iglesia, de nuevos evangelizadores. Y, toda esta oferta formativa también
está pensada para los docentes. Es incuestionable que un profesor de la materia
que sea debe afrontar una continua formación y mejora, pero con más razón si se
trata de un profesor de Religión y Moral Católica, que debe vivir la fe cada
día, el Evangelio, para después, con la coherencia de este estado, ser fiel
transmisor de la enseñanza católica a los alumnos, para que contribuyan a su
formación integral y humanística.
Vamos
a recordar los principales rasgos en un profesor de Religión:
-La
enseñanza de Religión es un modo peculiar de servicio, diferenciado de otras
materias.
-El
profesor de Religión no actúa en nombre propio, sino de la Iglesia.
-Es
enviado por el Obispo.
-Sirve
a la formación integral de los alumnos.
-Es
una persona abierta, en continua actitud cultural, pedagógica y teológica.
-Debe
mostrar a Cristo como único mediador entre Dios y el hombre.
-Debe
gozar de madurez espiritual.
Por
esos motivos, el profesor de Religión, que es un especialista, debe estar
versado en los tres grandes bloques temáticos: Biblia, Sacramentos y Moral
Católica.
El
proyecto pedagógico, que incluye la programación de aula, debe contar con un
correcto proceso de enseñanza aprendizaje, que atienda, además, las necesidades
evolutivas de los alumnos, en su conjunto y de manera individual. Esto quiere
decir que se debe atender a tres dimensiones: la relación de la comunidad
escolar con una didáctica adecuada en los procesos interactivos; una buena
estructura comunicativa, basada en considerar al alumno como interlocutor
válido. Además, el profesor de Religión debe facilitar el diálogo y, por último,
plantearse la enseñanza como un proceso de comunicación, porque la enseñanza
es, precisamente, comunicación. ¿Cómo se consiguen estos objetivos? No sólo con
la competencia académica del profesor sino, como he mencionado, con su madurez
espiritual.
Hace
pocos días, comenté la necesidad en todo creyente, tal y como ha aconsejado el
santo Padre, Benedicto XVI, de familiarizarse poco a poco con las Sagradas
Escrituras, que es la base de la espiritualidad, y es la pedagogía de Dios, es
la palabra revelada de la que emanan los Sacramentos y la Moral Católica, que
no es otra cosa que la moral de Cristo, la moral universal.
Vivir
la asignatura de Religión es vivir a Cristo y, por lo tanto, una vivencia
encaminada al crecimiento de los escolares como personas. Este es el momento en
el que la sociedad se juega mucho, se juega su presente y su futuro. Por eso
hay que tomar conciencia de la necesidad del crecimiento espiritual y de la
formación permanente, lo que facilita el ISTIC. El aprendizaje del alumno se
entiende entonces como un proceso constructivo en el que hay un cambio de
conducta hacia la humanización.
La
enseñanza tiene en las Sagradas Escrituras diversos ámbitos de la revelación.
Cristo enseñó en las sinagogas (Mt 4,23); en el templo (Mt 21,23); con ocasión
de las fiestas (Jn 8,20) y diariamente (Mt 26,55):
“Todos los días
me sentaba en el Templo para enseñar”.
*Periodista