martes, 28 de junio de 2011

El Clero Nivariense concluye su formación permanente con unas jornadas presididas por el Arzobispo Emérito de Pamplona, don Fernando Sebastián Aguiar

Desde este lunes 27, hoy martes y hasta este miércoles, en horario de 10’00 a 13’00, el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, en colaboración con la Delegación para el Clero, organiza las Jornadas anuales de formación permanente. Las presidirá y dirigirá el Arzobispo Emérito de Pamplona, don Fernando Sebastián Aguiar, y versarán sobre el Sacramento de la Penitencia y la vivencia y ministerio de los presbíteros: “El don de la Misericordia de Dios: el perdón de los pecados”.

Con ello concluye la edición de formación permanente del curso 2010/2011 en el que se ha abordado en sesiones mensuales en el ISTIC el tema “La Misericordia de Dios y el Perdón de los Pecados”.

“Dios re-crea, no recicla la humanidad”

BENEDICTO XVI

El Salmo 129, conocido como el “De profundis”, es uno de los salmos penitenciales preferidos por la devoción popular. Es un canto a la misericordia divina y a la reconciliación entre Dios y el pecador. La súplica del salmista arranca del mundo oscuro del pecado y se eleva hasta el horizonte luminoso en el que se manifiesta “la misericordia y la redención”, dos grandes características de Dios, que es amor.

Dios, pues, no es un soberano inexorable que condena al culpable, sino un padre amoroso al que debemos amar por su bondad siempre dispuesta a perdonar. Por eso San Ambrosio exhortaba: “Ninguno pierda la confianza, ninguno desespere de las divinas recompensas, aunque lo remuerdan pecados antiguos. Dios sabe cambiar de parecer, si tú sabes enmendar la culpa”.
“Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.