jueves, 28 de abril de 2011

XX Congreso Internacional “Diálogo Fe-Cultura”: “La ecología de lo humano”


ENTREVISTA PUBLICADA EN EL PERIÓDICO EL DÍA

Juan Arana, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla

“La razón ha entrado en crisis”

El XX Congreso Internacional “Diálogo Fe-Cultura”: “La ecología de lo humano”, organizado por la ULL y el ISTIC, y que se está celebrando en el Seminario de La Laguna, ha arrancado este miércoles con la ponencia “Entre el desafío de la racionalidad y los límites de la libertad”, ofrecida por el Catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla Juan Arana, profesor también visitante en Maguncia, Münster y París VI –La Sorbona-. Este filósofo pertenece al Grupo de Investigación “Filosofía y Cultura Contemporánea” del Departamento de Filosofía y Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Sevilla. Su labor de investigación se ha centrado en la filosofía de la naturaleza, la ciencia y el conocimiento, con especial interés en sus raíces modernas y en la relación entre modernidad y religión. Para el profesor Arana, “la mentalidad racionalidad ha entrado ella misma en crisis y por eso desarrolla una poco meditada agresividad en estos últimos tiempos. La razón ha entrado en crisis”.

-La ruptura Fe-Razón se ha hecho más cruenta en estos últimos tiempos. ¿Por qué?

-“Es muy llamativo que en los últimos tiempos haya habido por parte de los científicos, filósofos y teólogos una superación progresiva de los conflictos que surgieron antaño entre ellos. En cambio, los ataques y descalificaciones siguen estando a la orden del día entre ideólogos y periodistas, pero con una curiosa asimetría: mientras que en general la actitud de los hombres de fe es receptiva y respetuosa respecto a los productos de la razón y muy en particular de la ciencia, los valedores de la racionalidad científica muestran a menudo una actitud intolerante y deforman sin demasiados escrúpulos los hechos en los que basan sus argumentos. La razón profunda de ello, a mi juicio, es que la mentalidad racionalista ha entrado ella misma en crisis y por eso desarrolla a veces una poco meditada agresividad contra lo que sospecha puede acrecentar sus problemas”.

-¿Entonces, dónde deben estar los límites de la racionalidad?

-“Es evidente que la razón no es una facultad de conocimiento autónoma, puesto que no se da a sí mismo sus principios ni su punto de partida. Sirve fundamentalmente para desarrollar y extraer consecuencias de verdades que han sido encontradas por otros medios. Por eso decía el pensador colombiano Gómez Dávila que nunca hubo conflicto entre fe y razón, sino entre dos fes”.
-Muchos consideran que se está al borde de sobrepasar esos límites de la racionalidad. Benedicto XVI ha señalado la necesidad de que la Fe y la razón vayan juntas de la mano. ¿Es una solución vigente?

-“A diferencia de otras religiones, el cristianismo en general y la confesión católica en particular siempre han visto la razón como un don regalado por Dios al hombre, que necesita ser cultivado y llevado a su más alto grado de perfección. No es una casualidad que en el Occidente cristiano se impulsara enormemente la fiolosofía que habían creado los griegos y más tarde naciera también allí la ciencia moderna. Si repasamos la lista de los grandes creadores de la ciencia, desde el siglo XVII hasya el XX, comprobamos que los creyentes sinceros forman dentro de ella una abrumadora mayoría. En los tiempos actuales es la razón, mejor dicho, la idea de una razón orgullosamente opuesta a cualquier consideración que no sea ella misma, lo que ha entrado en crisis. En este sentido es un bello ejemplo de generosidad que quienes habían sido objeto preferido de sus descalificaciones, los dignatarios de la Iglesia Católica, acudan sin dudarlo al recate de la razón, reponiéndola en sus fueros y gestando las bases de una sociedad más sabia y más justa”.

- ¿Por qué hablar de un Dios sin rostro?

-“La imagen de ‘Dios sin rostro’ alude al Dios panteísta, esto es, a la creencia de que Dios no es otra cosa que la suma de todo lo que hay: la tierra, los planetas, las estrellas, etc. Cuando se deja de creer en un Dios personal con el que cabe entablar una relación de tú a Tú, entonces uno se siente perdido en medio de un universo inmenso, anónimo y hostil. La única esperanza que le queda es identificarse con esa totalidad. Renuncias a tu propio carácter personal y buscas consuelo en la eliminación de los límites que te separan del resto de las cosas. Ése es el Dios sin rostro, probablemente la única alternativa seria a la creencia en el Dios personal. He estudiado algunos de los principales representantes de esa actitud, cuyo desarrollo presenta demasiados problemas, razón por la cual no ha conseguido constituirse como una religión propiamente dicha, con sus artículos de fe, sus ritos y culto”.