martes, 26 de abril de 2011

El Diario de Avisos dedica este martes una nueva entrega a "Vida sacerdotal", en este caso a Monseñor Damián Iguacen


PRÓXIMO MARTES: El Sacerdote don Miguel Pérez

Monseñor Damián Iguacen, un hombre de Dios: “El último de todos y el servidor de todos"

El 14 de agosto de 1984 se convierte en Obispo de la Diócesis de Tenerife, don Damián Iguacen, hasta su renuncia por edad, que tuvo lugar el 12 de junio de 1991. Hoy es Obispo Emérito de la Diócesis Nivariense.

Así, don Damián fue el promotor de la Asamblea Diocesana (1988-1989). De ella, como nos recuerda el director del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, Juan Pedro Rivero, salieron muchos compromisos pastorales, entre ellos “la creación de la Escuela Diocesana de Agentes de Pastoral con sus múltiples especialidades, que perdura hasta hoy en el ISTIC”. Fue, asimismo, el mentor y promotor del “I Encuentro en la Cultura”, del que el próximo 27 de abril se cumple su XXII edición con la celebración del XX Congreso Internacional Diálogo Fe-Cultura. “Un hombre de Dios que nos indicó el camino hacia lo fundamental, que nos ayudó a ser cristianos en serio, y que nos enseñó la importancia del diálogo entre la Fe y la cultura”, apunta Rivero.

En este sentido, como señala también Fernando Pérez, Delegado para el Clero, “don Damián siempre ha hecho mención viva a su lema de vida: el último de todos y el servidor de todos. Ésas han sido sus constantes incondicionales”. Este sacerdote recuerda cómo Monseñor Iguacen podía estar hoy en San Sebastián de La Gomera acompañando a un enfermo y “esa misma tarde lo podías encontrar en La Matanza, en Tenerife en una visita a una parroquia para interesarse por el progreso de una comunidad”.

“Aún a sus 95 años sigue entregado a los demás”, anota don Fernando Pérez. “Sigue siendo esa persona positiva que llegó a la Diócesis Nivariense en 1984, y que siempre le caracterizó y caracteriza la virtud de escuchar, dar aliento, y ánimo para que nadie se quedara en el lado negativo de las cosas”, aclara. “Don Damián es poseedor de un optimismo no espontáneo, sino trabajado en su día a día desde la Fe, porque cree en el ser humano”.

Don Damián, como el Obispo Bernardo Álvarez ha declarado alguna vez, “es un milagro viviente”, algo que también reitera don Fernando Pérez, “a sus 95 años sigue siendo un hombre renovado, cerca de su tiempo en todo momento”. Ése es el núcleo de la semblanza de don Damián, un aragonés que llegó a La Laguna en los ochenta y que “siempre quería sentirse cercano a los demás y que los demás lo sintieran así”.