DIARIO DE AVISOS / Martes, 22 de marzo, 2011
Juan Pedro Rivero*
Acogemos esta semana, en la sede del Centro de Orientación Familiar de la Diócesis de Tenerife (trasera del Seminario), desde este martes 22 al viernes 25, y organizado entre el Centro de Orientación Familiar (Cof2000) y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, un ciclo de conferencias sobre “Alzheimer y familia”, dentro de las IV Jornadas de Formación sobre el Matrimonio y la Familia. Se trata de un tema que es, sin duda, una realidad vigente e integrada en el día a día de la familia de hoy. Sin embargo, no es un tema nuevo: la familia siempre ha sabido acoger al enfermo dentro de sus paredes y al abuelo dentro del calor familiar. Quizás algo que nos ayuda poco hoy es la velocidad con la que corre nuestra sociedad. Cierto es que, cuando en la familia alguno de los componentes entra dentro de ese laberinto del alzheimer, es ahí donde debemos recordar la fortaleza que no ofrece el amor, el respeto y la fe, una fe que no va a aliviar la enfermedad de nuestro ser querido, pero que sí va a ofrecernos un camino de fortaleza que nos otorga “Quién” está dispuesto a acompañándonos en esos momentos duros. Una estupenda profesional de la psicología, doña Nuria Díaz Álvarez, será la encargada de compartir las estrategias necesarias para descubrir lo que podemos hacer por el enfermo con alzheimer y lo que, por otra parte, la persona que padece alzheimer puede hacer, también, por la familia.
El alzheimer se convierte, sin duda, en la enfermedad del silencio, en la enfermedad de la soledad, donde ese abuelo, ese padre, esa madre, ese ser tan querido que ha estado junto a ti toda una vida, de repente, parece que se desvanece y que tu presencia ante él no es sentida. Pero es ahí donde ese familiar que está junto a ti, envuelto en un silencio profundo, es reflejo y posibilidad de bien. Debemos creer, y no sólo como esfuerzo de la imaginación, en la comunicación entre ambos; en esa situación sigue viva siempre la familia. Me parece que debemos entender que en esos momentos duros, donde el alzheimer nos lleva a la morada de la pérdida de la memoria, es cuando el encuentro con la familia es el mejor compañero. Creo que con estas jornadas que abrimos dentro de unos días, muchas personas podrán encontrar no sólo un paso más hacia “el saber por qué”, sino la importancia de la familia en un momento como ése.
*Director del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC
Acogemos esta semana, en la sede del Centro de Orientación Familiar de la Diócesis de Tenerife (trasera del Seminario), desde este martes 22 al viernes 25, y organizado entre el Centro de Orientación Familiar (Cof2000) y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, un ciclo de conferencias sobre “Alzheimer y familia”, dentro de las IV Jornadas de Formación sobre el Matrimonio y la Familia. Se trata de un tema que es, sin duda, una realidad vigente e integrada en el día a día de la familia de hoy. Sin embargo, no es un tema nuevo: la familia siempre ha sabido acoger al enfermo dentro de sus paredes y al abuelo dentro del calor familiar. Quizás algo que nos ayuda poco hoy es la velocidad con la que corre nuestra sociedad. Cierto es que, cuando en la familia alguno de los componentes entra dentro de ese laberinto del alzheimer, es ahí donde debemos recordar la fortaleza que no ofrece el amor, el respeto y la fe, una fe que no va a aliviar la enfermedad de nuestro ser querido, pero que sí va a ofrecernos un camino de fortaleza que nos otorga “Quién” está dispuesto a acompañándonos en esos momentos duros. Una estupenda profesional de la psicología, doña Nuria Díaz Álvarez, será la encargada de compartir las estrategias necesarias para descubrir lo que podemos hacer por el enfermo con alzheimer y lo que, por otra parte, la persona que padece alzheimer puede hacer, también, por la familia.
El alzheimer se convierte, sin duda, en la enfermedad del silencio, en la enfermedad de la soledad, donde ese abuelo, ese padre, esa madre, ese ser tan querido que ha estado junto a ti toda una vida, de repente, parece que se desvanece y que tu presencia ante él no es sentida. Pero es ahí donde ese familiar que está junto a ti, envuelto en un silencio profundo, es reflejo y posibilidad de bien. Debemos creer, y no sólo como esfuerzo de la imaginación, en la comunicación entre ambos; en esa situación sigue viva siempre la familia. Me parece que debemos entender que en esos momentos duros, donde el alzheimer nos lleva a la morada de la pérdida de la memoria, es cuando el encuentro con la familia es el mejor compañero. Creo que con estas jornadas que abrimos dentro de unos días, muchas personas podrán encontrar no sólo un paso más hacia “el saber por qué”, sino la importancia de la familia en un momento como ése.
*Director del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC