José Luis Castillo,
sacerdote Paúl, de la Congregación de la Misión
El Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, ISTIC, en La Laguna, ha ofertado el curso “Ser joven misionero en el hogar y en la parroquia”, con la colaboración de la Delegación Diocesana de Jóvenes. Uno de los ponentes de esta cita ha sido, José Luis Castillo, sacerdote Paúl de la Congregación de la Misión, especializado en el mundo pastoral de los jóvenes dentro de la Iglesia. Él asegura que no le dejan abandonar la juventud y que “los jóvenes pasan por grandes pobrezas, pero son el cambio del presente”. El Departamento de Comunicación del ISTIC entrevistó a este sacerdote durante la realización de su curso de cinco días en las instalaciones del Seminario Diocesano, entrevista que también ha recogido en parte DIARIO DE AVISOS en su edición de este miércoles 10.
-¿Se es joven siempre?
-“Sin duda. La gente me comenta muchas veces qué bien me conservo. Yo le respondo que para conservarte bien hay que sentirse siempre joven. Eso se consigue trabajando entre los jóvenes, estando dentro de ellos. Uno de los carismas de nuestra congregación, uno de los que más nos marca, la preferencia por los pobres, me ha llevado a observar las grandes pobrezas existentes entre los jóvenes”.
-¿Qué grandes pobrezas son ésas?
-“No sólo lo material, como toca al resto de la sociedad. Hay un gran vacío entre los jóvenes. Son un gran número de chicos y chicas los que te encuentras, que acuden a ti y te dicen que viven en un mundo sin sentido, de deambular, sin pastor. Ahora necesitan mucho más que en otros momentos, todos hemos sido jóvenes, un referente. Necesitan otro camino distinto, que les conceda una percepción distinta de la vida y otra esperanza. Otra esperanza dentro de esta sociedad”.
-¿Visto así puede ser la juventud un referente de esperanza para la sociedad?
-“Nos empeñamos en ver a la juventud como el futuro. Yo soy de los que no se cansan de decir que son el presente. Significan futuro, pero ya desde el presente. Ellos son un revulsivo para que la sociedad pueda cambiar. Todos tenemos que plantearnos muchas cosas y revisar en este mundo que vivimos una enorme cantidad de errores que hemos cometido. Ahí el referente a mirar son con total seguridad nuestros jóvenes.
En el día a día, en nuestro caminar con los jóvenes, te encuentras con muchos de ellos que están de vuelta de todo. Muy cansados de su tipo de vida. Pasan por una adolescencia tardía que les llega hasta los 19 ó 20 años. Esa edad veinteañera, en la que nuestra generación y otras anteriores, ya estábamos en el mundo de querer ser emprendedores y sacar adelante nuestras cosas. Ellos en esa edad, ahora están cansados de lo que han estado viviendo en su familia y en la sociedad, pero siguen viviendo sin enfrentarse. Sin embargo, otro gran número están hartos. Y se sienten cansados de verdad de las injusticias que están soportando. Esos aportan un cambio a esta sociedad dentro de la Iglesia. Esos son, con seguridad, el futuro en el presente”.
-¿Pero eso es lo que pretenden los movimientos antisociales, el cambio?
-“Sí, pero todo depende desde dónde se lo plantee cada uno. Yo me lo planteo desde Jesús de Nazaret. Es decir, desde el Evangelio y el Evangelio no es antisocial, sino que nuestra misión es meternos dentro de la sociedad para cambiarla. Así lo hacemos. Jesús no vino para abolir los preceptos del Antiguo Testamento, sino para dar plenitud. Nosotros partimos desde esa base y empleamos las ganas y las herramientas de nuestros jóvenes, porque estamos seguros de que construir un mundo distinto es posible. No lo hacemos destrozando cosas, o haciendo ruido, sino desde dentro y ofertando nuevas ideas, escuchándonos. En los movimientos antisociales, a los que respeto, quizás lo que fallan son las formas. Desde el Evangelio las formas son otras. Son más desde el amor”.
-¿Pero la Iglesia participa de esa idea?
-“En el Pueblo de Dios, como en el resto de la sociedad, hay de todo. Quizás una parte de nuestra Iglesia está un poco sorda a esta actitud de nuestros jóvenes, la de querer cambiar la sociedad. Hace tiempo me preguntaron la causa de que los jóvenes no participaran en la Iglesia. Mi respuesta, que sigo manteniendo, es que quizás no hayan sido los jóvenes quienes se hayan alejado de la Iglesia, sino la Iglesia ha sido la que se ha distanciado de los jóvenes. De todas formas, eso dentro de la Iglesia es un grupo muy pequeño. El propio Papa Francisco lo ha dicho, los jóvenes son nuestra esperanza, la de la Iglesia, y la de la sociedad”.
-¿Este curso es una primer paso al Encuentro Paralelo JMJ Río 2013, que tendrá lugar los días 24 y 27 en La Laguna?
-“Sí, puede decirse así. La casualidad ha aportado que este curso que he dado en la primera quincena de julio en el ISTIC, coincida con el Encuentro Paralelo JMJ Río 2013, que celebrará la Delegación de Juventud Nivariense en el Seminario aquí en La Laguna los días 24 y 27. Me he llevado una gran sorpresa con el movimiento de jóvenes de esta Diócesis de Tenerife. Ya lo conocía por otros eventos en los que ellos han participado en otras diócesis, pero ha sido muy impactante ver cómo trabajan aquí con los jóvenes, buscando nuevas iniciativas y aportación para el mundo juvenil de dentro y fuera de la Iglesia”.
INFORMACIÓN: Domingo J. Jorge, responsable de Comunicación del ISTIC
FOTOGRAFÍA: Esteban González